1 Oct. 2010
Playa de Laga, al fondo el acantilado de Ogoño
Llegó el fin de semana de la concentración anual de kayaks de Urdaibai, y allá que volvimos a ir un variado grupo de majaras. Como no todo en la vida es remar, y para que podamos hablar de tradición, repetimos cordada, (aunque no vía) en Ogoño. Esta vez tocó la Kaio kume, tres largos, 130 metros, y según indica alguna reseña, V, V+, V+. Como la piada la hago yo y no mi compañero, diré que a mí me pareció bastante mas dura, sobre todo recordando la vía que hicimos el año pasado (las Gaviotas), que también es V, pero mucho mas fácil, excepto por un paso al inicio del segundo largo.
Esta vez, fuimos por la tarde, cuando varias cordadas iban volviendo. La llegada hasta la base ya tiene su punto de emoción y es un buen calentamiento. Optamos por ir andando, evitando la bajada de dos rápeles que hay como alternativa.
El largo más bonito, el último, tiene una zona de placa que hay que mirar mucho para sacarla, placa en la que se me fue el pie y probé la “maravillosa” experiencia de caerme, con el mar debajo…pero a bastantes metros.
Esta vez el mar estaba con un fuerte oleaje que hacía difícil la comunicación entre nosotros, pero nos ofrecía unas vistas impresionantes.
Inevitables los ratos de cachondeo y buenas risas. A veces dudo si mi compañero se ríe conmigo…o de mí y de mis miedos, pero ya va siendo costumbre el buen humor escalando juntos.
Es espectacular estar en Ogoño, al atardecer, y con un suave viento sur. Cuando llegamos a la cumbre, el sol se escapaba por detrás de Mundaka.
El próximo año, más.
Esta vez, fuimos por la tarde, cuando varias cordadas iban volviendo. La llegada hasta la base ya tiene su punto de emoción y es un buen calentamiento. Optamos por ir andando, evitando la bajada de dos rápeles que hay como alternativa.
El largo más bonito, el último, tiene una zona de placa que hay que mirar mucho para sacarla, placa en la que se me fue el pie y probé la “maravillosa” experiencia de caerme, con el mar debajo…pero a bastantes metros.
Esta vez el mar estaba con un fuerte oleaje que hacía difícil la comunicación entre nosotros, pero nos ofrecía unas vistas impresionantes.
Inevitables los ratos de cachondeo y buenas risas. A veces dudo si mi compañero se ríe conmigo…o de mí y de mis miedos, pero ya va siendo costumbre el buen humor escalando juntos.
Es espectacular estar en Ogoño, al atardecer, y con un suave viento sur. Cuando llegamos a la cumbre, el sol se escapaba por detrás de Mundaka.
El próximo año, más.
2 comentarios:
vaya sensación tuvo que ser volar como una gaviota, con el mar debajo de tus pies.
me alegro de que os lo pasaraís tan bien!
¿para cuando vamos a Etxauri?!!
Ya sabes...elegís fecha, y nos organizamos. Un beso
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