CORREDOR N DEL MARBORÉ
El corredor desde el rellano a 2.800 m |
Reincidimos. Regresamos con una piada ya pasada, y para más inri blanca y
para coleccionistas. Otra más de Bellefon, la número 50, que, cómo no, teníamos
entre ceja y ceja desde hacía años.
Gavarnie es un enclave bello y poderoso, uno de esos sitios ineludibles
para cualquier pirineista. Junto con Vignemale, el Midi y Riglos, es el regazo
en el que nos hemos criado como escaladores y alpinistas, y por lo tanto le
tenemos un cariño especial y nada objetivo. Fue maravilloso ser un chaval que
se iniciaba a las grandes montañas en la arista NO del Astazou o en la arista
Passet al Marboré, o que crampones alquilados y
piolet de madera en ristre se abría
paso por la interminable ristra de huellas marcadas en el Couloir Swan. Más
tarde llega el momento de las cosas serias, y uno se atreve a mirar de frente a
las paredes de la Torre de Marboré, verticales y severas. En invierno, cada
línea helada del circo de Gavarnie se convierte en una interrogación y una
llamada. Pasan los años, una y otra vez volvemos con agrado al Taillón y a sus
goulottes, aunque solo sea porque en temporadas como esta a veces parecen ser
las únicas en condiciones…
Comparada con estas fantásticas escaladas, el Corredor Norte del Marboré no
es tan evidente, ni tan difícil, ni tan exigente. Pero si ya has recorrido
todas estas rutas, seguro que habrás caído bajo el hechizo de este grandioso
circo, y a estas alturas no le harás ascos a la posibilidad de recorrerlo una
vez más por una nueva vía que te permita cambiar las perspectivas. Ese será
el momento de visitar el Corredor N.
Tallón y Gabietú al amanecer |
Aproximando bajo los Astazús |
Dicho esto, hay que aclarar que se trata de una ascensión exigente, 1850 m
si la acometemos desde Gavarnie. El corredor propiamente dicho se inicia en una
tartera a 2.800 m de altura, pero durante la aproximación recorreremos pendientes
fuertes que pueden ser muy avalanchosas. Esto es especialmente cierto en “les
Roches blanches”, una banda de rocas inclinadas que todos los años suelen
desalojar impresionantes aludes que a veces bloquean el acceso al “Hotel del
cirque”. Otro tema a considerar es el descenso, pues la bajada a priori más
corta, desde el Marboré hacia el col de Astazou también es delicada, a tramos
no muy evidente, y puede ser peligrosa si el sol de la tarde reblandece la nieve
demasiado, como sucede en primavera. Por ello habrá que elegir bien el momento.
Añadir leyenda |
A veces, tras la primera nevada invernal, pero antes de que la montaña se
cargue de nieve, uno puede encontrar condiciones óptimas, como nos sucedió en
Navidad hace tres años… hasta que la rotura de un crampón acabó con nuestro
intento. Otra posibilidad es entrarle al corredor al final de temporada, bien
entrada la primavera, con la cota de nieve ya alta y la nieve bien
transformada. Hace bastantes años, tras una noche en Pailla, subimos sin apenas
visibilidad el Swan con la intención de encadenarlo con el corredor N del
Marboré. Pero una noche con la isoterma alta y sin helada, unida a unas nubes
que nos tapaban la montaña, nos decidieron a dejar la cosa para otro año y a regresar
por Tucarroya, más largo pero más seguro con esa nieve. Y así nos plantamos en
el último día de vacaciones de Semana Santa.
Las Rocas Blancas, sin nieve |
……………….
A todo esto, “si la pared era la ambición, el estilo se convirtió en
nuestra obsesión” (Alex MacIntyre ). Dicho de otro modo, el poderoso influjo de
la lectura de “Un día como un tigre”, de John Porter, semblanza-biografía de
Dirty Alex y su generación, empezó a surtir efecto en nuestras impresionables
mentes calenturientas. De los más recónditos recuerdos de batallitas leídas en
antiguas revistas de escalada, surgieron sombras espectrales que en nuestras
noches de insomnio nos atormentaban con sonido de mosquetones y susurros
chirriantes, en los que apenas lográbamos descifrar palabras como “fast and
liiiiiight” o “alpin styyyyyle”.
Tras despertarnos una noche sudorosos y jadeantes (cada uno por separado en
su cama, of course, que nuestra cordada solo duerme abrazada cuando de vivacs
sin saco en la pared se refiere) tras una de esas angustiosas pesadillas,
establecimos una firme intención: escalar el Corredor N del Marboré “by fair
means”, en estilo alpino y “on single push”… o no escalarlo, y dejarlo para
otras generaciones más aguerridas.
En consecuencia, renunciamos a la ascensión previa a la cabaña de Pailla,
dura decisión, pues es bien conocida nuestra querencia a dormir en montaña.
Pero había que ser coherentes con nuestra ética, y habíamos decidido no usar
campos intermedios, ni siquiera para la aclimatación que exigen estos
desniveles himaláyicos. Esto introducía más incertidumbre y aventura a nuestro
intento, ya que no podríamos aplicar a la pared la reflexiva observación tan
cara a Voytek Kurtyka, para preveer los peligros objetivos y la trayectoria de
caída de los seracs y derrumbes que sin duda vomitaría la pared. Tampoco
podríamos anticiparnos al estado de la nieve. A cambio, sería una auténtica
ascensión “on sight”, y puestos a fracasar, sería un hermoso fracaso…
Aproximándonos al estrangulalmiento |
Y como solo teníamos el último día de vacaciones, nos lo jugamos todo a una
carta y a un único intento. Eso sí, llevábamos más material del que MacIntyre porteaba en su
desgraciado intento a la Sur del Annapurna. Somos unos pringuis. Llevamos cada
uno dos bastones, los dos piolos y crampones, una cuerda de 60 m, tres
tornillos, cintas, tres pitones y el juego habitual de fisus, aliens y camelots
hasta el 2 sin repetir.
Por fin sacamos la cuerda |
……………..
Un bonito y variado largo |
Nos ponemos en marcha a las 7:30, y encontramos los primeros neveros pasado
Pailla. Nieve helada y transformada, ideal para progresar. Al comienzo se
alternan las zonas con y sin nieve, lo que nos obliga a quitar y poner
crampones repetidas veces. Las Rocas Blancas resultan estar sin nieve, y no
ofrecen ningún peligro. Más arriba, las pendientes se hacen más fuertes, y
según ascendemos la vista se hace más amplia e impresionante. El circo aparece
allá abajo, sombrío y tétrico surcado aun por algunas líneas de hielo de mal
color. Y a nuestra derecha, el inmenso escudo de la cara N de la Torre de
Marboré parece crecrer, mientras al fondo, Taillon y Gabietous, centelleantes, parecen
mostrar buenas condiciones…
Saliendo del mixto |
Avanzamos sobre todo por neveros, entrecortados por un par de trepadas
fáciles por rampas herbosas. A unos 2.800 m de desnivel, llegamos a un rellano.
Un espolón que baja desde el Col de Astazous separa a su izquierda el corredor
por el que descenderemos, de las palas que por la derecha conducen a nuestro
corredor. Empezamos a ver el estrangulamiento.
Reunión tras el largo |
En el ensemble |
Seguimos desencordados hasta los 3000 m, justo bajo el resalte, que como
parece ser habitual tiene roca a la vista. Una buena fisura para un camelot del
2 ofrece una reunión segura. En un largo de 60 m superamos primero rampas de
nieve, luego una cascada de hielo de unos 8 m a 70º-80º, y por último un par de
metros o así sin hielo. Se trata de un paso delicado, que protegemos con otro
friend. Hay un clavo algo más a la izquierda, pero nos pilla un poco a desmano.
Con suavidad, Juan supera el paso y monta reunión de dos pitones 10 m más
arriba.
Por fin la arista |
Después hacemos un largo ensemble en el que gastaré todos lo expreses de
los que disponemos, por palas pronunciadas en diagonal a la izquierda, que nos
conduce a la arista. Allí dejamos las mochilas para subir sin peso hasta la
cima. Y de repente, sin previo aviso, el cansancio acumulado por todo el
desnivel recorrido cae como nosotros como una losa. ¡¡Uff!! Echamos mano del
mantra de Barry Blanchard, otro de nuestros gurús: “Podemos sufrir más, somos
buenos sufriendo” Y por fin llegamos al plateau cimero, un nuevo y hermoso
panorama se abre ante nuestra agotada mirada, pero inevitablemente los ojos se
nos van hacia las paredes del Cilindro. ¡Cómo se nota que aun está en la lista
de pendientes!
El Cilindro |
Acostumbrados como estamos a pasarnos bastante de los horarios de las guías
de referencia (Ollivier, Bellefon…¡Dios! Cómo corrían estos malditos…) la
sorpresa es que esta vez lo respetamos a rajatabla: 5 h hasta encordarnos y 7h
hasta la cima.
Bajando con cuidado hacia el collado |
Tras un rato picando y sacando fotos, iniciamos el descenso. Desandamos
camino hasta donde esperan las mochilas, y a partir de ahí unos restos de
viejas huellas nos sirven de referencia. Por palas pronunciadas y con patio
llegamos a una vira que nos conduce a la arista que baja al collado.
Destrepamos sin cuerda, con cuidado, aprovechando las buenas condiciones de la
nieve. La última sección hasta el collado es la más delicada y con nieve sopa
sería muy peligrosa. Destrepamos cara a la montaña, junto a la arista pero por
la vertiente que mira al circo.
A partir del collado, ya todo es más sencillo. Finalmente, serán 11 h y
media de actividad, inmersos en una fantástica cabalgada en un entorno no por
familiar menos grandioso y bello. En fin. Tal vez se nos haya pasado el arroz para
la MacIntyre-Colton a las Jorasses. Pero su legado nos acompaña y todavía nos
hace soñar
Ascensión realizada del 23 de abril del 2017
Lasarte anaiak
4 comentarios:
Zoragarria! Aupa Lasartek!
¡Válgame Dios! Que será lo próximo, subir el Everest de un tirón, escalar el Capitán sin cuerda, o la sur del Annapurna a pelo. Chalados.
Jóvenes locos, quitaos esas nefastas ideas de la cabeza y disfrutar del slow mountain.
PD: estáis muy fuertes zagales.
Que gran relato como siempre. Un placer leer vuestras aventuras. Enhorabuena una vez más.
Grandes tipos estos Lasarte!!
Ya veo que estáis en plena cuenta atrás para finiquitar Bellefon, para la última avisadme!
Vuestra ascensión me ha traído el recuerdo cuando con 18 ó 19 años (han pasado casi 30!) dormí con mis hermanos en un porche en Gavarnie y la emprendimos con el corredor norte. Con esos años las piernas no pesan pero si recuerdo como mis "expertos" hermanos hicieron una reunión ovillo antes del estrangulamiento y decididieron que yo afrontara ese largo de primero porque era la mejor forma de deshacer el ovillo, menudos cabrones!
Entonces tenía nieve pero era una bolera y cada pocos minutos caían chuzos de hielo y piedras por el estrangulamiento, todo acabó bien, pero esas cosas no se olvidan nunca, la suerte estuvo de mi lado y cuando asomé la geta por el estrangulamiento la pared dejó de vomitar, se apiadó de un joven adolescente con la cara llena de acné.
Superlasartes enhorabuena!
Chavi
Publicar un comentario