24 HORAS EN EL MIDI, Directísima Sur hasta las viras.

 

24 HORAS EN EL MIDI

Mediados de agosto.

Directísima Sur hasta las viras, 315 m, 8 largos, Vsup/6ª+

 

Ahora que de nuevo oscuros nubarrones se ciernen sobre nosotros, recupero unas historias del pasado verano para mantener viva la ilusión y la motivación

Ya no se amontonan las cordadas en las paredes del Midi. Y sin embargo, nada ha cambiado. Las vías que surcan la muralla de Pombie, tan hermosa y bien orientada, siguen siendo un terreno inmejorable para el aprendizaje, o para el disfrute. Recorridos elegantes y lógicos en los que aprender a moverse por diedros y fisuras y ejercitarse con el granito rodeados de un paisaje soberbio y en una dificultad moderada. 

 

Nada ha cambiado, y sin embargo todo es distinto. Y no es que la roca esté pulida por el uso ni mucho menos, como a menudo pasa en las vías calcáreas. Pero en las vías del Midi no hay expansiones. Y al parecer eso es un problema. Aunque para nosotros sea lo normal, lo de siempre, además de una suerte . Y que así siga por mucho tiempo.

El caso es que mientras las cordadas hacen cola en vías modernas que recorren en ocasiones terrenos mediocres, cuya principal atractivo es su equipamiento, las elegantes líneas abiertas hace 50 años permanecen solitarias. Y no lo olvidemos, esas cordadas (Ollivier, Ravier, Bellefon, Thomas, Rabadá, Galvez, Ballart y tantos otros) no solo tenían buen ojo, sino que además tenían donde elegir. Fueron dejando su huella en los mejores lienzos de pared a lo largo de todo el Pirineo. Pero eso sí, no dejaron sus vías equipadas con parabolts. Y así permanecen, en soledad. 

 

Placeres del vivac

Tras dos semanas de inactividad, me surge la ocasión de hacer una escapada al Midi con Pablo. A los escaladores de caliza que somos nos conviene catar de vez en cuando el granito, sobre todo si se tiene la esperanza de viajar a los Alpes… Y la andesita del Midi d´Ossau es nuestra alternativa más próxima y asequible.

Cordada en la Surplombs

Entrada a la vía

Así que una hermosa tarde de mediados de agosto, remontamos la ya conocida senda que nos acerca hasta Pombie, para instalar nuestro vivac. Pese al bullicio y gentío que reina en el refugio y alrededores, a la mañana siguiente no seremos muchos en la pared. Tres cordadas en total, dos que van a “Les Surplombs” y nosotros a la Directísima Sur.

Primera R

Voy a tener el privilegio de acompañar a Pablo en su primera vía a la muralla de Pombie. Ignoro si en su fuero interno está un poco tenso por ello, aunque aparentemente no lo parece. Por mi parte intento transmitirle tranquilidad y confianza. Sabemos que es una vía larga, pero está la posibilidad de escaparnos por las viras, que parece ser lo que más se estila. No me importaría subirla hasta arriba, pero ya iremos viendo. Arranca Pablo, por un diedro tumbado de V. Un pitón marca el camino, y luego a cacharrear. 

2º largo, 6a
  

Entramos a la vía a las 8:30 h. Seis horas y cuarto más tarde aparecemos en las viras. “¿Qué, Pablo? ¿Seguimos o lo dejamos? Yo la verdad es que ya he tenido bastante por hoy”. Los dos estamos de acuerdo. Recorremos las viras inferiores, entre destrepes y algún rappel. Un último rappel más largo nos deja en la pedrera, a las 16:30 tras ocho horas de labor.

3ª reunión

 

Han sido ocho largos que hemos recorrido alternándonos en cabeza de cordada, unos 300 m en total. Una escalada típica del Midi, bastante fácil de proteger y de seguir, y más contando con un buen croquis (made in Luichy). Aquí y allá, y habitualmente en las reuniones, los pitones plantados por B Grenier y Jean Ravier en 1959 nos indican que vamos bien. Por lo demás, llevamos 16 expreses, fisus, aliens, y dos juegos de camelots hasta el 3, además de cintas largas, y alguna doble. En el sexto largo usaré 14 expreses y los dos camelots del tres.

4º largo, V sup
 

Aquí nada de larguitos de 25 o 30 m como se estila ahora. A menudo serán de 40 m o más. La dificultad media es de V/V sup, con ocasionales pasos más picantes. El octavo largo, que nos conduce a la vira, presenta una corta sección muy dura, 6b+, que me obliga a sacar el estribo para pasar. Afortunadamente, es fácilmente protegible. Habitualmente, en granito fisureros y friends entran a caldo. En cambio, el sexto largo será más severo y expuesto. Tras unos preciosos pasos en bavaresa para superar un diedro, llegaré a una especie de nicho protegido por un pitón. A partir de ahí, unos pasos atléticos ligeramente desplomados y con malos pies me harán vacilar primero y resoplar después, tras mosquetonear un pitón a desmano, hasta que tras unos metros encuentro un buen emplazamiento para un friend. Al parecer, en esa sección había un par de clavos que han desaparecido.

 

4º largo, antes de la gran travesía

Llego a la reunión agotado y justo de fuerzas, un tanto alarmado por el potencial vuelo y a la vez satisfecho por no haber perdido los papeles. Esta sección de 6ª+ me ha parecido el paso clave de la vía. Mientras triangulo los tres pitones de la sexta reunión, para asegurar a Pablo, voy analizando mis sensaciones y comparándolas con las vividas en otras circunstancias…

5º largo, eligiendo material



 

El año pasado escalando en Cavallers, nos movíamos por largos de parecida dificultad con otro talante más tranquilo. Es la hostia como modifica la seriedad del asunto la presencia de un par de parabolts en  largos y reuniones. Y por supuesto la intensidad de experiencia. La presencia total o parcial de expansiones lo cambia todo. Para empezar, la posibilidad de volar con (cierta) seguridad, al menos si no hay repisas en la trayectoria. En cambio, la ausencia de parabolts sitúa toda la responsabilidad de la escalada en manos del escalador. Hay que anticiparse a los movimientos, no solo para progresar, sino para protegerse, guardando un margen de seguridad y manteniendo la cabeza fría incluso cuando las fuerzas fallan. El compromiso psicológico es mayor, y en terreno de aventura lo mental puede ser tan importante como lo físico.

6º largo, 6a+, entrando en el tramo clave

Todo ello le da a la escalada de aventura un carácter y un sabor que le son propios y exclusivos, del que carecen a menudo algunas vías modernas, tan asépticas que tras regalarnos con un rato agradable pronto pasan al olvido. En cambio, las vías semi o desequipadas nos regalan con terrores y satisfacciones mucho más intensos y a menudo difíciles de olvidar. Y a la vez exigen un aprendizaje progresivo y una maestría cierta, independientemente del grado de que se trate. Son “mis terrores favoritos”, aunque a estas alturas no sé durante cuánto tiempo más podré soportarlos, je je. Por eso las paredes de Ordesa, Galayos, el Midi d´Ossau, la Sur de la Maladeta… son tan especiales. Y lo serán siendo para mí cuando ya no estén a mi alcance, y llegue el momento no de escalarlas sino de recordarlas.


A todo esto, la figura de Pablo saliendo del tramo difícil y llegando a la reunión me saca de mi abstracción. No parece muy impresionado por el tramo que acaba de pasar, y que yo recordaré largo tiempo. Mejor, porque ahora le toca una sección verticalilla y atlética sin clavos a la vista…


7º largo

7ª reunión

 

Y así fue nuestra visita al Midi, 24 horas que exprimimos a tope y en la que escalamos una vía de tantas de la muralla de Pombie, ni la más cómoda ni la más dura, ni la más bonita, sencillamente una de las muchas clásicas interesantes y atractivas que nos ofrece la pared. Hay que decir que Pablo pasó con nota este su primer exámen, que espero no sea el último.  

Saliendo a las viras

Patxi Aiaratik

 





 


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