UNA REALIDAD APARTE 1 Montanejos, Cabeçó d´Or


 

Paredón del Alguacil


Una reunión de Pitufosis



UNA REALIDAD APARTE 1


 

Resistir es vencer. En invierno no hay mucho margen para el alpinismo ni la escalada en una Euskadi confinada. Los cercanos Pirineos parecen más lejanos que nunca, y el clima húmedo y lluvioso nos obliga a emigrar para poder disfrutar de roca caliente, lo que por el momento es imposible. Como para consolarnos, la borrasca Filomena ha tapizado nuestras pequeñas sierras de blanco, permitiéndonos desempolvar los esquís de fondo, que años hacía que no salían a pasear cerca de casa.

Resistir es vencer. Para mantener la ilusión en mitad de la monotonía, uno se aferra a la esperanza y al recuerdo, hermanas de la experiencia. Buceando en la memoria rescato unas batallitas de nuestra escapada a tierras levantinas en el invierno 19/20. Fueron escritas pasados unos meses en pleno confinamiento domiciliario, lo cual explica su tono a veces un tanto lúgubre, pero a mí al menos me alegraron el ánimo… Además de centrarse en unas muy buenas tapias de las que extrañamente veo que no había piadas en los Caracoles… Una laguna imperdonable en esta completísima wikipedia tapiera…

Parados al sol, 1º largo

 

UNA REALIDAD APARTE 1
Navidades 2019/20. Montanejos, Cabeçó d´Or

“El crepúsculo es la raja entre los mundos” Carlos Castaneda, “Las enseñanzas de don Juan”.

Días extraños. Las clases vacías, silenciosas. De casa al trabajo y vuelta. Como si la vida se hubiera ralentizado, y hubiéramos entrado en otra realidad.

Algo parecido a lo que (me) sucede en cada salida, cuando tengo la suerte y la ocasión de escapar varios días. Un intervalo que se abre entre las prietas filas de la cotidianidad, una grieta que da acceso a otras vidas, a menudo más nítidas y diamantinas que la ordinaria, con menos ruido y distracciones. Una existencia tal vez más primaria y esencial. ¿Más auténtica? ¿Más satisfactoria?

Parados al sol


Como esos días de invierno escalando en las lejanas tierras del sureste, estas Navidades, que desde el inicio parecían tocados por la magia del solsticio. Páramos atravesados en  la oscuridad, autopistas vacías, pueblos lejanos e invisibles, gasolineras cerradas, una extraña sensación de irrealidad acentuada por el sueño. Los últimos km, pasada Mora de Rubielos, por una carretera secundaria plagada de curvas y rampas por un paisaje agreste terminan de espabilarnos. Llegamos a Montanejos de madrugada.

Los tiempos cambian, y a veces a peor. Nuestro txoko-vivak tradicional ha sido convertido en parking de pago, parquímetro incluído. Debemos retroceder para inastalarnos en otro parking libre más lejano e inhóspito, ocupado por furgonetas y autocaravanas. La noche es fría, hiela con ganas. Amanecemos cubiertos de escarcha.

Pitufosis   

 

El frío es tan intenso que decidimos esperar un poco a que el sol caliente las paredes tomando un café en el pueblo. Mientras tanto planeamos la jugada. Estos últimos inviernos me he pasado tres veces por Montanejos, y las tres he tenido la suerte de escalar buenas vías y ojear otras para el futuro. Para esta visita, mis objetivos se centraban  en el risco del Morrón, o bien en el Espolón de los Agujeros y el final del barranco de la Maimona. Por desgracia, estamos ya en enero, y en el Morrón ya no se puede escalar. En los otros dos sectores, la escalada ha sido prohibida todo el año… ¡Adios, Quadrophenia! ¡Adios, Luna y Obsesión! Sin estos sectores, Montanejos ya no será lo mismo…

Pitufosis 3º largo.

 

Pertrechados de material vario, mucha ropa y varios croquis, nos internamos en el Barranco de la Maimona en busca de alguna de sus vías equipadas de largos. El barranco es estrecho, el sol no llega hasta el fondo, hace un frío del carajo y llevamos puesto hasta el plumífero. Tras un recodo en el camino, aparecen de repente las paredes del Alguacil y el Tubo, espléndidas y centelleantes, caldeadas por el sol.

Sin dudarlo nos dirigimos hacia ellas, y dado lo poco “escalados” que andamos últimamente, nos decantamos por la opción más cómoda: “Parados al sol”, 130 m, 4 largos, 6ª. Una vía del 2011 que ya empieza a tener algunas presas patinosas, indicio de su éxito. En efecto, es una vía bonita, sencilla y perfectamente equipada, que alcanza un 78 sobre 100 en el índice de ligabilidad de la revista Desnivel… Todo queda dicho.

Apretón saliendo de Pitufosis


Rappelamos la vía por una línea justo a su derecha, que corresponde a otra vía más moderna y aparentemente más sencilla. Cumplido el objetivo de escalar al sol, calentar y calentarse, por un rato dudamos. Los días son cortos, y ya la sombra con su caída de temperaturas se ha adueñado de los primeros 40 m de pared. Hoy conduciremos hasta Alicante, y molaría cenar con luz.

Al final, decidimos rematar la jornada con “Pitufosis”, 120 m, 4 largos, 6ª+, vía situada a la izquierda de “Los guardianes  del Templo”, que recorrí con Koldo hace unos años. Se trata de una vía más vertical y técnicamente más exigente que “Parados”, aunque de nuevo el equipamiento permita ascender con rapidez y sin muchas vacilaciones. Muy buena, y rápida. Luego descubriré que lleva la firma de Paco Aguado y Coque Pérez, abierta en el 83 con fisus y unos pocos pitones. Joder, cómo se escalaba en aquella época…

 

La cálida luz dorada del crepúsculo ilumina las quebradas y los pinares suspendidos. Recorremos la senda que nos lleva de nuevo hasta el arranque del barranco, sumergido en la fría sombra. “El crepúsculo es la raja entre los mundos”. Tras una noche de carretera y un día en la pared me siento lejos, muy lejos...

Logramos cenar con luz, con los plumíferos puestos y con un poco de vino, pero no demasiado, que toca carretera. Un último café en el pueblo para evitar la modorra, y nos lanzamos de nuevo a la noche de los caminos.

Patxi Aiaratik