Yosemite y la extraña sensación de haber estado allí antes. Sí, mientras te vas acercando subiendo el curso del rio Merced, nada te parece novedoso, todo es familiarmente reconocido, ni siquiera cuando al doblar la curva en la subida aparece la silueta del magnífico Capitán.
Me parece una historia repetida no pocas veces.
Las vistas desde el glaciar point te enseñan la cara norte del half dome, inmensa, desplomada, grandísima. Paseando por el parque contemplas esas cascadas que pueden tener 700 metros de altura. En el campo 4 están reunidos todos los escaladores preparando sus petates, kilos de material perfectamente ordenado, otros sin embargo descansan despues de la ascensión. En los boulders y en los bordillos, con las manos vendadas para no dañarlas cuando las empotran en esas fisuras perfectas, otros escaladores entrenan posiciones para usarlas en otras escaladas más comprometidas.
Mientras miramos por los prismáticos reconocemos a escaladores haciendo las vias más conocidas, la Nose, la Salathe, la Mediterraneo. Cuando acaba el día volvemos a contemplar como los últimos rayos de sol iluminan la pared del capitan.
Y ya cuando abandono el parque vuelvo a tener la misma sensación de haber estado antes allí. Pero más fuerte que esta sensación es otra que me reconoce que volveré a este lugar de una belleza tan inmensa.
Hasta pronto caracoles.
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