8,9 y 10 de abril
Javi, Chavi y Lorenzo
Seguramente el Vignemale es la montaña en la que he
recorrido más vías diferentes, así, de memoria, me salen más una docena. Claro
que no son muchas si se tiene en cuenta los años que llevo en este asunto de la
montaña y lo grande, bonito e importante (e imponente) que es este macizo.
La aparición de las paredes nortes mientras se sube por el
valle de Gaube en dirección al refugio de Les Oulettes, siempre me ha parecido
espectacular y uno de los paisajes más bonitos del Pirineo.
Llegando al refugio de Les Oulettes de Gaube |
No es de extrañar que cuando Javi propuso ir al Arlaud
Souriac porque había noticias de que estaba formado, no me lo pensé ni un
momento. Llevaba años queriendo escalarlo, yo creo que desde que me enteré de
que existía, y siempre, por una cosa u otra, las buenas condiciones del couloir
no coincidían con mi disponibilidad de tiempo. Chavi, que también lo tenía
pendiente en alguna de sus listas también se apuntó, así que para las “frances”
que nos fuimos los tres bien cargados con nuestros esquís de travesía y con
todo el equipo de escalada incluyendo otro par de botas más adecuadas para esta
actividad.
Rayando la oscuridad llegamos al refugio que, a pesar de ser
día laborable, está casi a rebosar. Mucha gente con esquís y, nos cuenta el
guardián del refugio, cuatro cordadas más que van al Arlaud Souriac. “¡Merde!”,
contábamos estar solos y somos multitud. Mala suerte, ayer sólo hubo una
cordada. Decidimos no agobiarnos, ir a nuestra bola y tener paciencia.
Nos levantamos temprano, a las cuatro, con idea de desayunar
(“¡merde!”otra vez, al del refugio se le ha olvidado ponernos desayuno y
tenemos que “robar” una tacita de café a otros) y hacer la aproximación de
noche para llegar a la rimaya al amanecer.
La rimaya, primer obstáculo |
Cuando nos ponemos en marcha, alrededor de las cinco, ya
vemos cuatro lucecitas muy altas. Mejor que nos lleven delantera, así no nos
molestaremos.
Vamos subiendo y detrás nuestro, otras cuatro lucecitas que
se nos aproximan veloces. Llegamos juntos a la rimaya aunque mantenemos el
derecho a ir delante. La rimaya está muy abierta y con el labio superior
desplomado, pero hay un gran bloque de hielo que facilita el paso. Javi se
dispone a entrar en el couloir encaramado al bloque y mientras tantea como
superar el paso, “¡merde!”, el bloque, y Javi incluido, terminan por caerse.
Javi se baja del bloque de un salto y el bloque se va pendiente abajo. Sin el
bloque es imposible pasar por allí. Los franceses de las otras dos cordadas y
nosotros empezamos a estudiar cómo entrar en el couloir. Contemplamos la
posibilidad de hacer un paso de hombros con crampones puestos, como vimos
hacer, creo que a René Desmaison, en aquella entrañable película “Les Estoiles
du Midi”, pero al final decidimos picar el desplome en su lado más corto para
fabricar un acceso. Mientras, los franceses, muy hábil uno de ellos, escalan
por la roca de la margen derecha, aparentemente muy difícil, y se ganan el
derecho a ir delante (“¡merde!”otra vez). Se ofrecen, muy gentiles, a echarnos, una cuerda, pero cuando ya están
todos en la reunión, Javi ha conseguido superar el paso y ya podemos empezar la
escalada.
El couloir está en muy buenas condiciones, con hielo picado
por el paso de cordadas lo que facilita la escalada pero en algunos tramos,
como en el tercer largo, muy vertical y rocoso, el hielo empieza a escasear y
ya no hay tantos sitios donde picar. La colocación de seguros no es fácil, el
hielo es poco profundo y no hay tantos tornillos que queden bien y la roca no
siempre es aparente para la colocación de seguros, incluso hay muy pocos
emplazamientos para clavar. Las reuniones son algo precarias, tanto que
decidimos retrasarnos para que haya aire entre la última cordada francesa y
nosotros para no molestarnos.
Tercer largo, el más técnico |
Escalamos bajo una casi constante lluvia de nieve polvo
acompañada de algunos bloques de hielo, es el precio de llevar cuatro cordadas
delante. Con paciencia vamos disfrutando de la escalada y del ambiente que,
aparte de la lluvia, es preciosa.
No se qué largo. Ambiente total. |
Se suceden los largos, algunos muy
verticales, hasta 80º, predominando el
buen hielo con algunos tramos mixtos, y así llegamos al final de las
dificultades donde el couloir se divide en tres canales. Ya nos habían
advertido que la buena era la central (“si vais por la central se tarda una
hora en llegar a la cima, si vais por la de la izquierda, tres o más”). Pues no
lo vimos y seguimos una estupenda huella que nos llevó directamente a la arista
por el camino equivocado (“¡merde!”, “¡merde!” y “¡merde!” otra vez) De las
otras cordadas ni rastro. No hay problema, para arriba. Después de un largo por
roca asquerosa y nieve inconsistente y un buen rato interminable para montar
una reunión consistente, decidimos que si seguimos por allí picamos vivac fijo.
Así que nos la jugamos y hacemos un pequeño rápel para llegar a unas rampas de
nieve a la izquierda que llevan a la arista que une el Petit Vignemale con la Punta Chausenque.
Escalamos desencordados las rampas (prohibido caerse) y
sorprendentemente llegamos a una antecima de la Punta Chausenque de
la que nos separa una corta pendiente, después una sencilla bajada al Glaciar
de Ossoue y el fácil regreso al refugio de les Oulettes de Gaube. Hoy
dormiremos calientes.
Ya fuera de las dificultades, felices y contentos |
Fácil descenso pero muy penoso porque la nieve está costrosa
y estamos bastante cansados. Nos queda subir al refugio de Baisselance antes de
bajar a Les Oulettes y la tarde se va terminando. Echamos de menos los esquís.
Llegamos al refugio prácticamente de noche, dieciséis horas
después de salir, agotados, hablo por mí. Decidimos quedarnos a dormir, a pesar
de que no hemos podido contactar con nuestras chicas y les vamos a dar un
susto, pero bajar a Pont de España de noche con los esquís, por un camino que
parece un patatar y encima tan cargados como vamos, nos parece una imprudencia.
Cuando llegamos al refugio nos encontramos con que el
guardián se ha encerrado en el comedor y ha dejado un cartel “sólo llamar en
caso de emergencia”. Llamamos y nos dice que está descansando, que ha trabajado
mucho y que si no hemos leído que sólo si es una emergencia. Al final, después
de mucho insistir (yo creo que sólo atendió cuando le dijimos que le teníamos
que pagar las pernoctas) accedió a vendernos unas cervezas y unas botellas de
agua. Cenamos lo poco que nos quedaba, un pequeño bocadillo compartido, unas
barritas y unos frutos secos, y a dormir.
Y así termina esta aventura del Arlaud Souriac. Bajamos de
madrugada por el patatar y llegamos al coche y mientras bajamos a Cauterets
conseguimos llamar a casa y así tranquilizar a las familias.
Lorenzo
5 comentarios:
Si señor!!! Esos alpinistas!!! Ole ole..!!!
Enhorabuena titanes!!!
Un abrazo.
¡ Felicidades ! Tiene una pinta bien chula.
Antonio
Después de comprobar en la cartografía, la realidad es que llegamos a la Espalda de la Punta Chausenque desde la que bajamos fácilmente al glaciar de Ossoue.
La escalada es muy recomendable, pero hay que asegurarse de que esté en buenas condiciones para disfrutar.
Muy buena jajajaja
Merde jajajaja
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