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ESCALADAS EN LUCHON 2: ESPOLON OESTE DEL LEZAT







ESCALADAS EN LUCHON 2
ESPOLON OESTE DEL LEZAT
En pleno gendarme fisurado

Tras una cómoda noche y sin madrugar demasiado salimos para el Lezat. El tiempo es muy claro y sólo un vago recuerdo de la previsión de tormentas al atardecer nos hace no demorarnos demasiado. La víspera, ente foto y foto a las luces del atardecer, el guarda del refu del Portillón nos hablaba de mala roca y poco equipamiento. Llegó a decirnos que prefería la Couzy al Cabrioules, lo cual no sonaba muy tranquilizador. Pero también nos aconsejó la aproximación más cómoda para acceder a la base.  
Amanece por Espijeoles
En el primer largo



Siguiendo sus consejos en menos de media hora estamos atándonos a pie de vía. Mientras el sol enciende una a una todas las paredes que tenemos a nuestras espaldas, nosotros metidos en vertiente oeste no lo veremos hasta llegar prácticamente a cima. ¡Vaya rasca! Nos lo ponemos todo: lifa manga larga, chaleco de forro, softshell, buff, gorro, guantes para la reunión… El cielo está despejado, pero además de estar a la sombra, un airecillo puñetero no nos  da tregua.  
Terminando el primer largo
En la brecha de la 2ª reu. ¡Vaya rasca!!
Comenzamos con el primer largo por un diedro esquistoso, y aunque el terreno es de dificultad moderada y en apariencia un poco perdedor, vamos haciendo largos con la sensación de seguir un recorrido de lo más lógico. Dos largos a tope de cuerda nos conducen hasta un colladito donde se vislumbra ya el gendarme fisurado. A partir de aquí la roca mejora mucho y empiezan la sección más interesante del espolón, que pese a los vaticinios del guarda se va mostrando como una vía elegante sobre una roca más que aceptable. Otros dos largos de escalada superclásica protegidos por un par de pitones (D+ con algún pasito de V intercalado) nos llevan hasta la base de la fisura-chimenea que hiende el gendarme rocoso.  
Largo 3º: vertical, sólido, bueno.
Tercer largo









Los dos largos siguientes son la guinda del pastel. No es que sean buenos como los anteriores. Es que son antológicos de lo que es una vía clásica de montaña: la escalada buenísima y variada, la roca inmejorable, el equipamiento justo, con pitones en los pasos más duros o aéreos, y la dificultad hasta el V+ peleoncillo que hace que te quedes encantado tras encadenar cada largo. El primero, tras la chimenea en la que tal vez haya que colgarse el macuto del arnés para ramonear a gusto, lleva tras un flanqueo a lo alto del primer medio gendarme (separado por la chimenea del otro medio, bastante más alto). De aquí un paso bastante peleón pero protegido por un pitón nos lleva a la verdadera cumbre de la aguja, donde se monta reunión.
Llegando a la reu bajo la chimenea
En la chimenea











 



















La continuación se ve cuando menos vertiginosa. Hay que llegar al collado que unos cuantos metros más abajo hace la aguja con el espolón para seguir subiendo por él. Se baja por el lado derecho, que aunque se ve más vertical presenta una fisura diagonal con presas y sobre todo 2 pitones llenos de cintajos bastante largos. Se ve que más de uno se ha descolgado prácticamente hasta la brecha. Luego se asciende unos metros sin poner seguros para que la cuerda corra mejor y tras unos 30 metros se monta una reunión bastante cómoda y sobre todo con vistas sobre la aguja. Finalmente queda un largo en el que el roce de la cuerda no molesta y se protege bastante bien. 

Gendarme y destrepe al collado














Sigue después otro largo en buena roca pero más fácil hasta la brecha que hace otra agujilla del espolón donde prácticamente acaban las dificultades. Allí la cosa se tumba mucho y la roca empieza a estar totalmente fracturada, de modo que hay que tener cuidado de no tirar bloques a los de abajo. Sería esto a lo que se refería el guarda. Empezamos a subir ensemble y tras un centenar de metros o así llegamos a la cima.








En resumen: una de las mejores vías de este pelo que hemos hecho últimamente en el Piri. Buena, lógica, elegante, una de esas vías que tienen la culpa de que tras tantos años todavía estemos pegándonos palizas porteando mochilas por neveros y pedreras para escalarlas. Ocho largos (el último ensemble) sin demasiada dificultad, pero con pasos bonitos y entretenidos alrededor del V y a veces un poquito más. Poquitos clavos en la vía, que sin embargo se protege sin problemas. Roca buena en general, incluso muy buena en los largos más chulos y duros, que solo pide atención en el tramo final de arista fácil. Y tras 350 m de desnivel y 5 h o así de escalada, salimos a la cima y al sol. Con algunas de las 100 mejores uno puede tener dudas, pero esta desde luego lo merece…

Saliendo a cima
Una vez en la cumbre, tras disfrutar un rato con las vistas que nos rodean, solo queda desandar los 2000 m de desnivel hasta el valle, mirando de reojo a un cielo que va cargándose de nubarrones. Sin prisa pero sin pausa para escapar de la tormenta prevista, tiramos al norte a buscar la bajada “normal” por el valle de Lys que discurre por la arista NE del Lezat.  Es una normal poco transitada que puede resultar delicadilla y perdedora en caso de niebla o poca visibilidad.
Descendemos por un plató inclinado hacia el norte y lleno de bloques que finaliza en una serie de cortados que defienden el Lezat por el norte. Localizamos el punto en que la arista NE confluye con el plató y tirando de intuición comenzamos a crestear la arista. No se ven casi trazas de nada salvo algún hito que otro de vez en cuando. La arista se ensancha y en este punto hay que descender hacia la izquierda para legar a los neveros de la base. Después, se baja por pedreras y prados empinados hasta cruzar la senda que une la cabaña de Crabioules con el refugio de Maupas. Por dicha senda llegamos a la cabaña, y de allí al valle por el cuestorrón que ascendimos hace dos días.
El circo de Crabioules










 En cuanto llegamos a la furgo de Unai empieza a jarrear, el viento menea los árboles como si fueran hierbajos y las cortinas de agua impiden la visión. Casi no nos da tiempo ni a cambiarnos de ropa, y la furgo huele a gozosa humanidad. Pero ni todos los demonios de la montaña ni las tormentas desencadenados pueden empañar la alegría que nos embarga tras estos tres días de caña y ramadán. ¡Qué hermoso es que el tiempo se joda justo cuando uno ya está reventado! Huimos de las alturas hacia el valle en el momento preciso, y como regalo volvemos a casa, y poco después al curro con el espíritu y la memoria llenos aún de Pirineos…


 Lasarte anaiak eta Unai
Croquis acceso (el croquis del descenso en la anterior entrada)