9 de agosto
Chavi y Lorenzo
Aprovechando que el Chavi está de vacaciones en el valle de Arán, que yo también comienzo mis vacaciones coincidiendo con el comienzo de las fiestas de Huesca (San Lorenzo), que el tiempo es bueno (aviso de ola de calor), que yo no sé decir NO y que el Pisuerga pasa por Valladolid, nos ponemos de acuerdo para afrontar una de las escaladas que Chavi tiene pendientes, la Ravier de la cara norte de la Forcanada, la cumbre bífida situada en el extremo nororiental del cresterío de las Maladetas.
Yo ya había escalado esta pared hace veintidós años, en aquella ocasión fui con un amigo norteamericano afincado en Huesca, David Holsword. Fuimos a la pared sin tener ni idea de cómo era ni de por dónde iba la vía. Es más, ni siquiera sabíamos que era una vía de los hermanos Ravier. Solo sabíamos que unos amigos la habían subido y que había una chimenea húmeda muy difícil. No recuerdo por dónde subimos, sólo sé que empezamos por abajo y terminamos por arriba, que no encontramos la famosa chimenea y que pasé mucho miedo porque no llevábamos clavos y alguna reunión fue muy, muy precaria. Si iríamos despistados que al llegar a la cumbre bajamos hacia el Este, al lago Toro, y bordeamos completamente la montaña subiendo y bajando collados hasta llegar a La Besurta de donde habíamos salido.
Esta vez todo es muy diferente, llevamos una buena reseña (Ver romanticguerrer.blogspot.com, una vez más, GRACIAS Internet.), llevamos unos cuantos clavos (la vía está prácticamente desequipada salvo el largo clave de la chimenea) y tenemos una descripción detallada de cómo bajar rápido y sin rodeos.
Antes del amanecer llegamos a la Artiga de Lin y con las primeras luces comenzamos a caminar. Tardamos dos horas (800 metros de desnivel) hasta la base de la pared muy visible desde casi todo el camino. También es inconfundible el trazado de la vía que discurre en gran parte por un diedro muy marcado en la parte derecha de la pared.
La vía es muy larga y no es cuestión de detallar largo por largo. Sólo decir que comienza a unos cincuenta metros a la derecha de unos puntos rojos muy visibles que marcan el comienzo de la vía URP-SAM-BAN. Primero por unos largos fáciles que forman el zócalo de la pared (tal vez unos 60 mt), y después continúa por unos largos más difíciles (V, IV+), por un terreno poco definido pero que te va llevando hacia la famosa chimenea que en realidad es una corta chimenea oblicua tapizada de musgo que en nuestra escalada estaba muy seco (no se recomienda ir después de un periodo de lluvias). El largo de la chimenea me tocó a mí y como en la reseña habla de 6b y yo no hago 6b, me metí predispuesto a guarrear lo que fuera menester para pasar. Realmente, tal como lo encontramos nosotros, tan seco, el largo no parece demasiado difícil, sobre todo porque hay una fisura en la que te puedes ir agarrando aunque te echa fuera y es incómoda. Hay varios clavos y se puede reforzar sin problemas (ahora hay uno más). Pero tuve que guarrear y pasé la chimenea de la forma menos elegante y hasta con un estribo porque cometí el error de meterme con mochila y todos no cabíamos. La segunda parte del largo, ya fuera de la chimenea, es vertical, con buen canto, pero con unos cuantos metros a pelo hasta la reunión.
Después de este tramo central ya se entra en el diedro que se sigue sin dificultad (IV, IV+ y algún V) pero que al final se hace largo, ocho largos de hasta 55 metros, por un terreno de roca, en general buena aunque hay de todo y como no es vertical abundan las piedras sueltas.
Mientras subimos por esta especie de canal no hacemos más que acordarnos de Simón Elías y su amigo Fidel que debieron de gozar subiendo por aquí en invierno con todo cubierto de nieve.
Aunque hay reseñas que hablan de ED-, otras reseñas más acertadas hablan de MD- que está más ajustado a la realidad.
Cuando llegamos a la brecha, al final de las dificultades, tenemos dos opciones. Una, seguir hasta la cumbre por una cresta fácil y después bajar dando un gran rodeo por la vertiente del valle de Mulleres o por el este, por el lago Toro, también dando un gran rodeo. Otra opción es renunciar a la cumbre y bajar directamente por unos rápeles por la cara este. Y esta última es la opción que elegimos.
Destrepamos por un terreno inestable unos 40 metros hasta un tinglado de rápel. Dos clavos y un viejo cordino (recomendable llevar navaja y cordinos nuevos para cambiar). Tres rápeles, todos de tinglados tan cutres como el primero y se llega a un canchal y prados que hay que bajar en dirección al collado hasta encontrar una señales rojas. Hay que buscar el último rápel que está a la altura del collado pero que está escondido bajo unas rocas de mal acceso. Rápel también cutre que estaría bien reforzar.
Catorce horas y media después de haber salido, regresamos al coche sanos y salvos.
1 comentario:
Una vez conocido el descenso por la cara este, claramente más rápido que subir a la cima y bajar por la normal, lo ideal sería dejar una instalación de rapel montada en la brecha donde desemboca la vía Ravier ya que el destrepe es delicado y hay que bajar bastante, unos 40 metros.
Como no estabamos seguros de encontrar la línea de rapeles, bajé asegurado por mi compañero colocando seguros intermedios para cuando el bajase, pero visto lo visto tiene más sentido que hubiera instalación de rapel en la brecha.
Abandonamos maillón o mosquetón en todos los rapeles.
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