EL CAPERAN, O LA VIDA EN LOS BOSQUES




EL CAPERAN, O LA VIDA EN LOS BOSQUES

Durante muchos años fui un inspector (nombrado por mí mismo) de tormentas de lluvia y nieve, y cumplí fielmente con mi deber; era inspector, no de los caminos reales, sino de senderos del bosque y de los caminos…”
                                                                              H. D. Thoreau, “Walden, o la vida en los bosques”


Sucede a veces que las jornadas en montaña se desarrollan bajo el signo de la maravilla. Las horas y los esfuerzos se encadenan salpicados de belleza, y a menudo el espectáculo de la naturaleza está a punto de hacernos olvidar la razón que nos ha traído hasta aquí. Uno se deja llevar por la contemplación y la ensoñación, hasta que al de un rato sacude la cabeza y se pone de nuevo en marcha: “No, todavía no, aun hay cosas que hacer…”


Tras una hora de ruda y zigzagueante subida a la penumbra del amanecer, a través del hayedo abetal, aparecemos en una amplia pradera, un anfiteatro flanqueado por roquedos y bosque. A las primeras luces, espantamos a un corzo y salimos de la oscuridad del bosque a la claridad florida de la pradera. Coníferas, relieves glaciares, olor a salvaje soledad. No estamos en Canadá, sino en los Artigues de Sesques, en un pliegue secundario de un macizo de poca monta del valle d´Ossau, apenas visitado por algún pastor y su rebaño, pues sus cimas no son ni elevadas ni populares. Tanto mejor.
 
Un riachuelo atraviesa la pradera, pasando junto a los restos destrozados de una cabaña. Sería un buen lugar para levantar un cobertizo y pasar una temporada, acechando las visitas de zorros, corzos y sarrios… Tal vez de osos… “No, aun no, no hemos venido para eso”

Aun lejos, al fondo del valle asoma ya el Caperan de Sesques… Todavía subiremos otro escalón boscoso que nos llevará a un último plateau, este ya con cabaña pastoril en condiciones. Imperceptiblemente, la pradera se convierte en pedrera que finalmente acaba cubierta por un nevero aun considerable. Como acostumbran, las más bellas especies de la flora pirenaica acompasan su brotar a la retirada de las nieves, y una orla de Adonis, Meconopsis, Soldanellas, Pulsatillas y Primulas circunda los neveros y roquedos. Más pretextos para dejar la mochila y perderse en la contemplación. “No, aun no…”

Finalmente, el terreno se hace más difícil, pendiente y descompuesto. Hay que trepar por terreno delicado para acceder a la cresta que conduce al Caperan. 4h y media para una de las aproximaciones más bellas y salvajes que haya realizado nunca.

Ultimas trepadas delicadas
La cara N



















Y henos aquí en la base de la pared. La cara N del Caperan se ve sombría y siniestra, muy vertical y surcada por una fisura que es la clave de su ascensión. Desde los primeros metros la vía exige, pasos atléticos y técnicos delicados de asegurar. Por suerte, enseguida entramos en la fisura, donde el aseguramiento, a base de friends grandes, es más cómodo. Durante dos largos, seguimos la fisura, que ofrece una escalada muy buena y exigente, en una roca de calidad. Lástima de líquenes, que tapizan la pared y obligan a fijarse muy bien en los emplazamientos para pies. Oposiciones, empotramientos, alguna bavaresa, todas las técnicas son buenas para superar esta fisura ancha, asegurada por algun pitón.

Pasos delicados para empezar el 1. largo
Vista del primer largo



















De la cueva de la 2ª reunión se sale por unos pasos en A0. Nos llevamos un buen susto cuando el clavo del que aceramos se mueve y empieza a salir… En el último momento Juan consigue equilibrarse del siguiente pitón. Unos golpes de maza y asunto arreglado. Por ahora. Pues después toca torear la sección más expuesta de la vía, una travesía ascendente a la izquierda, muy delicada, (6a-b), que protege con un par de aliens. Ahora casi me arrepiento de no haber dejado un buen pitón para protegerlo.

En el 2º largo.















 
Un último largo más sencillo, y más roto (tiramos unos cuantos bloques) nos conduce hasta la cima del Caperan. 

Saliendo del 2º largo
En el A0 del tercer largo



















Caperan de Sesques, 2410 m. Cazalet-Mailly, 1935. Cuatro horas de pateo para 120 m de vía, 4 largos y algo menos de 4 h de escalada severa y semiequipada, entre el 6ª y el 6b (creemos) A cada cual echar las cuentas para ver si le vale la pena. En nuestro caso, sin lugar a dudas. Llevamos 14 expreses (sobran), pitones (que no usamos) y maza (que sí), y lo habitual para protegerse en terreno de aventura, incluidos camelot del 3 repetidos, uno del 3.5 y otro del 4. También cintas para abandonar y navaja, para reponer las cintas en los dos ráppeles de la cara Sur. Hay un muy buen croquis en el blog de Kim Gil.


Saliendo a cima
Cueva de la 3ª reunión
















Por comodidad, aproximamos cada uno con su mochila, que dejamos en la cresta, para entrar en la pared justo con el material. De la cresta hay que hacer un destrepe delicado, y un flanqueo para llegar a la base de la vía. En las fechas en las que fuimos (7 de julio), se podía ir con zapatillas sin problemas. Como hemos comentado, el terreno hasta la cresta es delicado y poco definido. Pero desde la pared y la cima se ven amagos de senda que comunican con la normal al Pic de Sesques. Con un poco de vista es posible hacer el descenso de manera mucho más cómoda… 13 h de coche a coche.

Y mientras descendemos al valle, volviendo a atravesar canchales, prados alpinos y bosques, de las brumas de la adolescencia reaparecen viejas, amigas presencias. Los espíritus de H.D. Thoreau, Jack London, Nicolas Vanier y tantos otros habitan la niebla que acoge nuestra marcha. “No, todavía no, aun hay cosas que hacer…”


Abandoné los bosques por una razón tan potente como aquella que me llevó a ellos. Me pareció que quizá tenía yo varias vidas más que cumplir y que no podía dedicar más tiempo para esa clase de vida”.
                                                                       H. D. Thoreau, “Walden, o la vida en los bosques”

Lasarte anaiak


1 comentario:

  1. Lees según que piadas....y se te van las ganas de escribir, todo te parece soso y sin gracia. Mira que los Lasarte escribís poco, sólo de vez en cuando, pero cada vez que lo hacéis es un placer leeros.

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